jueves, 1 de septiembre de 2011

Una sorpresa a los pies del Puigsacalm

Este es el Año Internacional de los Bosques y a Jairo y a mi se nos ocurrió dejar a un lado el kayak y organizar a través de la “Agrupa” (Agrupació Excursionista de Catalunya) algo más que la “típica” salida de senderismo de este centro excursionista con el objetivo de rendir un homenaje a nuestros amados árboles.

Buscando una fecha, acabamos liando al pobre Manel que tenía planificada su salida anual de la Sección de Montaña para el 8 de mayo al Puigsacalm (1514 m) y le ofrecimos la posibilidad de ir también al bosque de la Grevolosa situado justo debajo de la cima. El objetivo: conocer unpoco más como es el bosque.

Fue un día intenso y completo. Jairo nos deleitó con sus conocimentos sobre el ecosistema, la flora y la fauna del lugar. Subir a la cima nos permitió disfrutar de unos minutos de gloria al contemplar la magntud del paisaje, gozando intensamente de nuestra pequeña conquista fruto de nuestro innato deseo de superación. El ser humano gusta siempre de esforzarse por ir un poco más allá de sus límites, le hace sentirse más joven y vivo.

Y que decir tiene del disfrutar de la Naturaleza en general y del fantástico hayedo en particular que cuida de esos territorios, dando cobijo a la fauna que en ella habita y que permite a los caminantes (nosotros en este caso) disfrutar de su paz y de su silencio. Los aficionados al mundo de la fotografía tubieron buenas oportunidades de retratar a la madre Naturaleza en todo su apogeo primaveral.

Una vez acabado el recorrido, cansados y con el hambre aprentando en nuestros estómagos nos dirigimos a la masia de Bracons dejando allí los coches para ir a disfrutar de una merecida comida en la Grevolosa. El camino se hizo largo, es cierto, pero el esfuerzo tuvo su recompensa en la sorpresa de encontrarnos en un bosque insólito ya a nuestros ojos. ¿Cuantos quedan en el que sus árboles sobrepasen los 200 años? Laexplotación forestal ha hecho mella en nuestas montañas.

El porqué esos árboles han vivido a sus anchases furto de las casualidades de la vida. Unas familias (entre ellas los Bracons-Vives) que se reparten las tierras de un marquesado extinto y un administrador que ante tantas fincas a gestionar deja de lado la explotación de una zona demasiado innaccesible.

Los árboles caen en el olvido hasta que 200 años después unos chiquillos con ganas de explorar y de aventura remontan el curso del arroyo de la Grevolosa dejando que los adultos disfruten de su tradicional aplec en Sant Natzarí. Vuelven excitados a compartir con sus familias el descubrimiento de árboles que no pueden llegar a abrazar completamente. No puede ser, dicen los adultos, que queden árboles tan grandes sin talar.

Esos árboles se han salvado gracias a Manel (no nuestro Manel). Su temprana y trágica muerte hizo que su padre desease preservarlos como recuerdo suyo. Gracias a él pudimos conocer ese día la magnificiencia de la Naturaleza.

Con el estómago lleno y una vez descansados las cosas se ven de otra manera y las ganas de pasarselo bien vuelven. ¿Que nostendrán preparados estos chicos? … Pues unas cuantas risas y una nueva experiencia. No me imaginaba yo tanta colaboración y no se imaginaban ellos que los iba a hacer descalzarse (a riesgo de que las botas no volviesen a entrar) para darse un masajito en los pies como preparación a sentir el latido del corazón de los árboles.

Desde aquí agradezco la asistencia y la colaboración detodos y todas los /las que vinieron expresamente para ver que se nos había ocurrido a hacer. ¿Os apetece disfrutar de algo parecido cuando llegue el otoño al hayedo?

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